La expansión de las escuelas normales en Argentina: debates y políticas (1884-1920)

En el seminario que presenté en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oxford delineé y discutí con los presentes algunas de la hipótesis y hallazgos más relevantes de mi proyecto de investigación sobre la difusión de las escuelas normales y la creación de un magisterio  en Argentina entre 1880 y 1920. En mi investigación estudio tanto la expansión material de esta enseñanza, así como las representaciones que se fueron tejiendo de esa educación y de la figura de la maestra y el maestro de escuela. En la charla me concentré en exponer el debate que esta expansión generó en esos años. En la Argentina fueron las escuelas normales, (establecimientos educativos administrados por el gobierno nacional a los que se accedía luego de terminar la escuela primaria), las que formaron al profesorado para la escuela elemental. En el periodo estudiado se fundaron alrededor de un centenar de ellas en distintos lugares del país. Estas aperturas acompañaban el vertiginoso proceso de expansión de la educación primaria que se dio en el país en el mismo periodo.

 

Cuando se observan estadísticas comparadas se puede ver que el estado argentino asignó al proyecto de la educación normal un protagonismo que no tuvo en otras naciones latinoamericanas. Este estaba imbuido de una clara vocación igualitarista. Se fundaron escuelas normales a lo largo de todo el país, incluso en poblaciones pequeñas, se asignaron becas a sus estudiantes y no se implementaron exámenes para el ingreso. Rápidamente, al igual que lo que sucedía en otras naciones, las escuelas normales se poblaron mayoritariamente de mujeres, lo que significó que ya para mediados de la década de 1910 el 80% de los docentes primarios en ejercicio fueran maestras mujeres. A pesar que en pocos años el proyecto estatal pudo exhibir logros importantes – la tasa de analfabetismo de la población adulta bajó de 78,2% en  1869 a 34, 1% en 1914– este fue duramente criticado por distintas figuras intelectuales y políticas del momento, en su mayoría varones. Todos estos actores, aunque apelaron a diferentes argumentos, compartieron la opinión de que la expansión de las escuelas normales estaba afectada por un conjunto de problemas concretos y de índole moral que complicaban uno de los proyectos más importantes de la Argentina liberal: el de la educación estatal. Las principales impugnaciones se pueden dividir en cuatro grandes núcleos de temas: la influencia de la política; la enseñanza que se impartía en esos establecimientos; el sesgo femenino del alumnado y el tema del financiamiento y el salario. Según diferentes voces, las escuelas normales eran de mala calidad porque se las consideraba parte de la llamada empleomanía. En otras palabras, las escuelas normales eran vistas como mecanismos para el clientelismo. El otro problema que aparecía recurrentemente identificado como un “mal” de las escuelas normales era la formación proporcionada en sus aulas que se calificaba como insuficiente y mediocre. Con respecto al sesgo femenino, la mayoría de las voces no rechazaron la idea de la maestra mujer, pero sí se opusieron al carácter indiscriminado que la feminización de la enseñanza estaba asumiendo en Argentina. Se juzgaba que esta característica suponía varios problemas: ponía en riesgo el cuerpo de la mujer y su función reproductiva y materna; agravaba el problema de la calidad de la enseñaba y abría interrogantes sobre la virilidad del futuro ciudadano. Por último, se estimaba que el bajo salario docente y los problemas de presupuesto que aquejaban al sistema también atentaban contra la calidad de esta educación.

 

Como intenté mostrar en la charla, la contradicción entre los logros a nivel macro del proyecto de la educación común y el contexto discursivo donde este se estructura, obligan a matizar y revisar algunos de los supuestos con los que la historiografía ha abordado este tópico. La reconstrucción de este debate permite revisar el contexto en el que la profesión docente comenzó a institucionalizarse en la Argentina y problematiza la idea de que la enseñanza era una ocupación prestigiosa. Permite observar además cómo se fueron tejiendo determinadas representaciones negativas sobre la figura de la maestra y el maestro de escuela. También deja ver cómo las autoridades públicas no fueron ajenas a la discusión y ensayaron distintas políticas para atender algunos de los cuestionamientos. La mayoría de los intentos se toparon con los límites ideológicos y materiales del propio proyecto. El normalismo fue pensando en Argentina como un mecanismo masivo – allí radicaron sus logros pero también sus limitaciones - y en estas primeras décadas todas las iniciativas que apuntaban a corregir este aspecto no prosperaron.

 

Flavia Fiorucci es doctora en Historia por la Universidad de Londres, MA en Estudios Latinoamericanos de King’s College Londres, Licenciada en Ciencias Políticas de la Universidad de San Andrés. Es investigadora independiente del Conicet, forma parte del Centro de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes, y es miembro del Consejo de Administración de la Universidad de San Andrés. Es editora de la Revista Prismas de Historia Intelectual. Sus temas de investigación tienen que ver con la historia intelectual y de la educación argentina. Entre sus publicaciones se puede mencionar Flavia Fiorucci & José Bustamante Vismara (editores científicos), Palabras Claves: Historia de la Educación Argentina (Unipe, en prensa); Flavia Fiorucci & Laura Rodríguez (editoras), Intelectuales de la Educación y el Estado: Maestros, Médicos y Arquitectos, (Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2018), Flavia Fiorucci & Paula Laguarda Intelectuales, Cultura y Política en Espacios Regionales. Argentina, Siglo XX, (Rosario, Prohistoria, 2012), Flavia Fiorucci, Intelectuales y Peronismo (Editorial Biblos, 2011).